martes, 4 de septiembre de 2007

Cuando llegué al mundo nadie me dijo que sería tan difícil ser mujer. Todas las tragedias juntas: la posibilidad de dar la vida, la responsabilidad de la luz...

Por eso decidí entregarme a los computadores. Aunque también son temperamentales, por lo menos tienen un orden, un lógica; aunque a veces no los pueda arreglar, creo que sí los puedo comprender... tienen orden, es-truc-tu-ra... ¿En cambio yo?, solo una niña encerrada en este cuerpo de mujer y para rematar, marcada de por vida con el nombre de mi abuela: Sthefa.

Mi mamá veía en mí la continuación de su propia mamá. Me tuvo a los catorce igual que mi abuela la tuvo a ella, así las tres somos un triángulo divino amarrados en cada vértice con un pedazo de mi cordón umbilical.

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